Quien se define
no puede saber quién es realmente.
Tao Te Ching, capítulo 24
¿Cómo es eso de ser uno mismo sin definirse? vaya paradoja en la que vivimos, entre el querer dar espacio a nuestro ser auténtico y el anhelar la seguridad que nos da el sentido de pertenencia a un grupo, a un lugar, a una familia, que nos impone etiquetas, reglas y comportamientos inherentes para poder ser parte de ellos.
Crecemos divididos entre la fuerza indómita de nuestro ser y la necesaria domesticación para poder vivir en sociedad. Por un tiempo puede que el personaje que creamos funcione, siendo adultos serios y bien adaptados, podemos incluso llegar a tener éxito según los términos de la realidad en la que vivimos; otros toman el camino de la rebeldía y se vuelven intérpretes del eterno desadaptado.
En ambos caminos llega un momento en que la vida nos confronta y nos invita a preguntarnos: ¿quién soy realmente? ¿qué es lo que verdaderamente quiero? ¿Por qué hago lo que hago? Por lo general lo vivimos a través de una pérdida.
Yo tuve esta oportunidad de re-conocerme unos años atrás, la primera vez no estaba lista y le rehuí, pero la segunda vez no me quedó de otra. Me convertí en mamá y sentía que quería amar y guiar a mi hijo de formas que no sabía, luego mi propia madre murió y con ella la excusa de que no podía permitirme hacer lo que quería porque tenía que hacerme responsable de ella. Mi vida profesional se volvió una batalla campal de egos y con ella se pusieron en evidencia mis motivaciones para haber elegido el camino que escogí. Buscando aprobación y valoración a través de mis logros. Por último, mi matrimonio se venía abajo, las bases enclenques de mi autoestima y la complacencia como forma de obtener amor cedieron.
¿Ahora qué? Me pregunté. Pues a andar por los caminos no trazados de mi ser, a descubrir quién soy en realidad y qué quiero. QUÉ SUSTO, vivir la vida sin que nadie me diga cómo y qué hacer, ¿quién tendrá ahora la culpa de mis fracasos?
Porque seamos honestos, el vivir exiliado de uno mismo puede que duela, pero el quedarse sin la comodidad de que otro o las circunstancias decidan el rumbo de tu vida y tener un comodín para los culpables, nos ofrece una incomodidad confortable, que nos da miedo dejar.
En mi caso el sufrimiento superó a la comodidad y me lancé a la búsqueda. Comencé por abrirme a nuevas informaciones y personas, al principio fue mi intelecto el que intervino, traté de comprenderme desde lo mental leyendo, analizando, haciéndome preguntas. Después de un tiempo me di cuenta de la importancia de escuchar y validar lo que sentía a través de mi cuerpo, la práctica constante de Qigong me ha permitido observarme y conocerme bajo distintos ángulos, más allá de cualquier definición externa.
Luego de unos años en este camino, nuevos desafíos me invitaron a incluir mi vida interior y a mi conexión con lo divino, a ir más allá de la forma y cultivar mi fe en aquello más grande que lo humano; emanó la poesía más sincera de mi vida y pude dejar morir lo que no era yo, para vivir más auténticamente.
Hoy en día soy capaz de danzar con la realidad, sea cual sea su ritmo sin perder mi esencia, adaptándome como el agua a lo que las circunstancias requieren. Ya no busco manipular la respuesta exterior, sino que expando mi percepción para abrirme a ver más allá de lo aprendido y descubrirme a cada paso bajo una nueva luz. Ahora gozo plenamente de ser yo aceptando a la vida tal cual es y a mí tal cual soy.
Te comparto algunas ideas que quizás te inspiren en tu camino:
- Ten una cita contigo, acércate a ti como lo harías con alguien que te gusta y con quien te gustaría tener una relación. Permítete el asombro y el descubrirte en nuevas formas.
- Vuelve a ver esa película, a escuchar esa canción o a leer ese libro que tanto te marcaron hace algunos años, y que son referente del amor, el éxito u otras expectativas que tenías. ¿Siguen estando en concordancia con lo que quieres y sientes ahora? Puedes explorar nuevas películas, canciones, libros, etc.. más acordes a este momento y a este tú.
- Toma un camino diferente para ir al trabajo, al supermercado o a donde vas regularmente, y siente las sensaciones que surgen en tu cuerpo al experimentar algo diferente. Si notas algo de ansiedad a través de un aumento de tus latidos, respiración acelerada u otra sensación incómoda, trae tu atención a la expiración y alárgala en comparación con la inhalación, conecta también con tus pies y el sostén que le ofrece el suelo, observa qué sucede en ti. Es una manera suave de ir preparándose a estar en situaciones diferentes a las habituales y entrenando la seguridad interior. Si quieres puedes extenderla practicando en tus relaciones, por ejemplo, cuando pones límites que antes no te habías atrevido por miedo al rechazo y a la incomodidad.
- Practica alguna actividad creativa y déjate llevar por el gozo de hacerlo sin apegarte al resultado. Hazlo por placer. Si tiendes al orden permite un poco de caos, deja que la pintura salga de las líneas, que el barro te ensucie o que tu voz desentone. Por el contrario, si en tu vida es más bien la falta de estructura lo que ha prevalecido, aventúrate a probar algo que requiera precisión como la caligrafía, el origami o lo que gustes. Juega y siente.
¡Goza plenamente de ser tú!
Con respecto al espíritu te dejo con esta frase como inspiración:
“El Espíritu Santo sopla hacia donde quiere, en una especie de himno a la espontaneidad. Lo espontáneo es una fuerza espiritual vital que nos permite recordar nuestra unión con Dios.”
John O’Donohue